A través de esta nota me he propuesto dar cuenta de qué ocurre con la conducta de adolescentes y jóvenes en el actual escenario que nos toca vivir.

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En marzo de 2020 comenzó la cuarentena, se observaba en las personas ansiedad y desconcierto. Fue un momento histórico en el cual se derribaron las certezas, es decir lo que se creía estable y duradero. Esta situación se vió reflejada en el accionar de muchos adolescentes que tuvieron que reinvertarse, modificar sus modos de vida. Irrumpió el virus, la nueva realidad los invadió, se cerraron las fronteras, se suspendieron los turnos médicos, rápidamente se acomodaron empezando a utilizar aún más el modo remoto, el cuerpo se transformó y la proximidad física se tornó peligrosa. La pantalla trajo agotamiento ya que la virtualidad descubre cosas pero empobrece otras. 

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Un paciente de 17 años de edad que atiendo a través de reunión zoom relataba con angustia e incomodidad que no tenía espacio en su departamento ya que se levantaban de dormir todos al mismo tiempo: sus padres y sus dos hermanos, esto devenía en insomnio y mal dormir, ya que para estar un momento sólo se quedaba despierto por las noches. A través de su relato,conversamos la posibilidad de solicitar permiso al padre para ir al auto y allí escuchar música, leer y constituir su espacio de intimidad, encontrar un espacio personal. 

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Según Paula Sibilia (antropóloga y docente argentina) las personas cambian históricamente y se adaptan a las herramientas culturales de las que disponen a su alrededor, cambia el modo de utilizar el tiempo y el espacio y el modo de relacionarse consigo mismo, con el mundo y con los otros. 

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Otra paciente de 23 años de edad a quien atendí a través de llamada telefónica relataba que su novio no podía regresar del país en el que se encontraba y al cual había viajado  por motivos laborales, a ambos les dolía esta nueva y sorpresiva situación. Entonces les propuse  que se escribieran  entre ellos, que intercambiaran  cómo se sentían, que me escribieran  a mí ya que de esta manera estaban pudiendo poner en palabras sus angustias.

 

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Es importante que algo de sus vivencias pudiera ser narrado, pudiera ser relatado. Al decir de Silvia Bleichmar (doctora en psicoanálisis, psicóloga y socióloga argentina), el hombre lucha por narrar y recordar mediante esta acción; es hablar más allá de lo tecnológico y digital. El modo remoto es parte de la comunicación no verbal, es una realidad virtual.

 

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Otro paciente de 22 años de edad al que atendí por reunión meet, relataba que ante el aislamiento obligatorio había empeorado su relación de pareja hasta que se disolvió no pudiendo sostener los vínculos afectivos. Como dice Zygmunt Bauman (sociólogo, filósofo y ensayista polaco-británico) en la Modernidad Líquida los afectos se esfuman como transparencias, nada es sólido y

duradero.

 

 

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Ante estas situaciones: ¿cómo intervenimos como terapeutas?. A través de la palabra y la pantalla apelando a la creatividad, respetando los sentimientos de los jóvenes y disminuyendo la mirada catastrófica de lo que hoy ocurre en el  mundo; calmando ansiedades y angustias, de ahí la importancia del tratamiento psicológico que en estos casos ayuda a mejorar la convivencia entre padres e hijos si la consulta se realiza a tiempo.