Sucede que el popular actor Clint Eastwood terminó de dirigir su última película, “Cry Macho”, la número 39 como director. En ella además actúa interpretando a una estrella de rodeo y criador de caballos retirado que acepta a finales de la década de los años setenta, el encargo de un ex jefe en llevar a su hijo pequeño de regreso a su hogar, para así alejarlo de su madre alcohólica. Mientras cruzan la zona rural de México, ambos se embarcarán en una aventura de auto conocimiento en la que el experimentado jinete, cansado ya de todo y de todos, tratará de encontrar la redención a través del niño, enseñándole no solo lecciones sobre los caballos, sino también cómo ser un hombre de bien.

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Cuando a mediados de los años noventa apareció el hoy renombrado filme “Los puentes de Madison”, historia de vida palpable por su sencillez y profundidad, sorprendió que su director y coprotagonista haya sido uno de los íconos de la masculinidad moldeada a través de filmes de acción y entretenimiento de los años sesenta y setenta. Este papel actoral desconectaba por completo con su anterior perfil y aún más al revelar su capacidad como director,que a partir de allí definiría su obra como la de cine de autor.

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Clint Eastwood posee su propia productora desde1967 y debutó como director en 1971, también fue premiado en festivales de cine europeos y obtuvo su reconocimiento más allá de la maquinaria faraónica de chorizos hollywoodenses. Pero fue a partir de aquel filme junto a la actriz Meryl Streep que reveló su mirada personal como director, y este rotundo cambio asombró aún más por provenir de alguien cercano a los 70 años, edad en que los prospectos de vida indicaban por entonces sus fechas de vencimiento.

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Lejos se estaba de imaginar a aquel joven actor del famoso género“spaghetti western”, y de películas como “Harry el sucio”, romper en su madurez con la producción del entretenimiento para volcarse de lleno a la belleza y dolor de lo sencillo. Tal vez algún indicio pudiera darnos su historia personal: Eastwood, como tantos famosos del espectáculo provino de una familia de trabajadores que mudaba de casa 2 veces por año. Hijo de padre metalúrgico y madre operaria de fábrica. Trabajó como empleado de comercio, repartidor de diarios, bombero y guarda vidas. Se enroló en el ejército y sobrevivió a la caída al mar del avión en que viajaba nadando 3 km para llegar a la costa. Tiempo después de aquel accidente consiguió a mediados de los años cincuenta su primer contrato actoral del que recibió las primeras críticas: su rigidez facial y el hablar entre dientes, particularidades que curiosamente darían identidad a toda su carrera cinematográfica.

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“Cri Macho”, será vista en mayo próximo. Pero no es ella lo relevante de esta nota sino él, quien trepa nueve décadas con proyecto nuevo, el cual asume y concreta. Actitud que lejos de pasar desapercibida causa admiración, estímulo y valorización sobre el hacer a cualquier edad. A vivir de pie sin abandonar ningún camino y recorrer todo lo ascendente y constructivo que la vida a cada quien permita.

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*Liliana Vicente

Retrato de Clint Eastwood

Técnica: lápiz y grafito