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"KAMCHATKA"

(2022)

De Marcelo Piñeyro

 

El cine de compromiso social se muestra de un modo particular en este trabajo.

Lo original e importante del mismo es que el miedo se percibe, recorre el ambiente rodeando a los personajes. Un singular miedo que se hace presente por su forma de actuar de modo indirecto.

Porque Kamchatka esta muy lejos. Y muy cerca a la vez

A lo largo de la historia, el resistir humano se consagra como valiosa virtud en el terreno sinuoso de los avatares y situaciones adversas a sobrellevar.

Esa misma resistencia, se logra atemperar, atenuar a través del amor, y de símbolos, cosas casi etéreas que sirvan para sostener difíciles tiempos.

Desde una visión particular y diferente dentro de un marco de terror y oscurantismo, tanto desde la pluma narrativa de Marcelo Figueras, escritor de la obra, como desde la ductilidad de su director Marcelo Pineyro en mostrar conductivamente de modo implícito toda aquel pesar dictatorial del terrorismo de Estado que tuvo que sobrellevar nuestra gente, "Kamchatka", se constituye como exposición sobre lo que es y significa la persecución de ciudadanos por instancias casi “invisibles”, el miedo que sofoca a los seres de un país cuando ven como se dilapidan todas sus libertades.

La rabia, el miedo, la sensación de impotencia de quién se siente perseguido por sus ideas.

El mismísimo horror, gravitando sobre la vida de aquellos que intentaron realizar, de modo equivocado o no, un cambio rotundo ante tanta desidia sostenida.

El relato se constituye desde el inicio de los difíciles años de la dictadura militar y como un niño de diez años, Harry, contempla los mismos, cuando lo único que deseaba era jugar y hacer travesuras con su hermano pequeño.

Comenzaba el año 1976, cuando su familia perseguida por la dictadura se ve obligada a esconderse en el campo, y el inicio de una nueva vida que pondrá punto final al periodo de la infancia.

El cine de compromiso social se muestra de un modo particular en este trabajo.

Lo original e importante del mismo es que el miedo se percibe, recorre el ambiente rodeando a los personajes. Un singular miedo que se hace presente por su forma de actuar de modo indirecto.

Los militares sólo son vistos al comienzo, en un control policial en una calle de la ciudad, pero la televisión lanzará constantemente consignas políticas, transmitirá órdenes, tomas de posesión de los nuevos ministros afines al golpe vistos con simpatía por el medio, observaremos nuevamente el control mediático sobre la gente, mas allá del control autoritario y abusivo.

Junto a imágenes reales aparecen la de una serie del momento, como aquella ya lejana " Los invasores", marcando y definiendo una alegoría exacta.

Y así se comienzan a constituir los símbolos.

 

 

El escape, a través de un icono del escapísmo como lo fué Harry Houdini y la idealización de uno de los niños en su figura y trascendencia. Y un juego muy ingenioso que se había impuesto por aquellos años, como el "TEG" (plan táctico y estratégico de la guerra) que sobre una mesa desplegaba el mundo dentro de un pensado divertimento. Esos símbolos resultaban la abstracción de los niños para así poder sobrellevar la situación a punto de estallar.

Los cambios de identidades, las llamadas casi en códigos, la oscuridad como remanso de paz, generan todo aquel bagaje de maldades que produjo el fatídico sistema gubernamental.

La destrucción de familias completas, marcando el abismo a través de los golpes físicos y los psicológicos, constituyendo sombras muy profundas que se desarrollan de modo certero, dejando un nuevo análisis de reflexión y memoria.

El cuadro actoral esta a la altura de las circunstancias.

La familia integrada por Ricardo Darín, Cecilia Roth, Matías del Pozo y Milton de la Canal, constituyen el acervo justo de la clase media, disfrazando su concepción de clase de idea y lucha con un modo sutil y consensuado.

Héctor Alterio y Fernanda Mistral como los abuelos de los niños, mostrando en breves apariciones, aquel sentimiento de consternación que se generó en aquellos tiempos a través de sus miradas. El trabajo posee un duro final. De tomas al sol, de claridad ante algo extremo.

Palabras de Julia, la hermosa y sentida canción de Paco Ibáñez, interpretada por la voz de la mismísima Pachamama llamada Liliana Herrero, enmarca el cierre de un capítulo vital para un niño, poniendo la realidad contra las cuerdas de su propia vida, y dejando en cada uno de nosotros un halo reflexivo de importancia y magnitud.

Aquel espíritu de intentar entender que aquella lucha jamás puede considerarse en vano.

Por las vidas perdidas, por la destrucción de miles de familias.

Porque Kamchatka esta muy lejos. Y muy cerca a la vez.

 

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