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NEUROPLASTICIDAD

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La zona de aprendizaje

Por Diego Herrera

Ilustración: Liliana Vicente

Hoy existe un intenso trabajo sobre individuos con alguna lesión cerebral para recuperar funciones, estimularlas, o con personas de edad avanzada para reforzar alguna capacidad especifica, por ejemplo problemas de atención o memoria. Se trabaja en ello sabiendo que habrá modificaciones, porque hay una base neural modificable que las sostiene. Sabemos qué alimentos mejoran o hacen bien al cerebro, y cuáles no, se sabe la injerencia de las drogas en el mismo, y toda esta información está al servicio de la sociedad, de la comunidad, para poder llevar una buena salud y estilo de vida funcional

Antiguamente el desconocimiento por parte de la ciencia y por lo tanto de la sociedad acerca del funcionamiento cerebral, su dinámica y el modo en que es afectado por la relación con el ambiente ha llevado a pensar que no hay nada que hacer contra el deterioro de las funciones cognitivas o envejecimiento, es decir, pérdida de algún tipo de memoria, disminución de la atención, lentificación del razonamiento, tareas motrices, etc. Pero esa información es incorrecta, si bien a lo largo del tiempo se lentifica la plasticidad neuronal, hoy se sabe gracias a la tecnología que se dispone en los estudios cerebrales (resonancia magnética funcional, emisión de positrones, tomografía por contraste, etc.), que existe lo que se llama NEUROPLASTICIDAD. Pero no he mencionado ¿Qué es la plasticidad neuronal?, es la capacidad que tiene el individuo en su cerebro de realizar cambios en la forma, función, y conexión de sus neuronas, para poder adaptarse mejor al ambiente que le acontece, y así responder de un modo más eficiente a las exigencias de su medio, sea tanto en sus comportamientos, pensamientos, e incluso emociones, ya que todo lo que somos esta allí, en la configuración cerebral, en el modo en que las neuronas se conectan, se comunican, es por ello que no importa tanto la cantidad neuronal, sino la cantidad de conexiones entre ellas. ¿Por qué? , porque ello es lo que formara múltiples circuitos para responder más flexible a los cambios o retos de nuestro ambiente en el cual vivimos y nos movemos.

 

 

 

Teniendo estos datos que nos aporta la neurociencia, ¿Cómo podemos hacer uso de ellos? Entendemos como “estilo de vida” al conjunto de hábitos, conductas, que una persona realiza en un determinado momento, teniendo este una característica relativamente estable, aunque bien puede cambiar. Pero ¿Qué sucede si nuestro estilo de vida no es funcional? es decir, no es saludable para nosotros mismos, por ejemplo: comer en exceso, mirar muchas horas de televisión, el sedentarismo, pocos vínculos sociales o aislamiento, fumar, y un largo etcétera que cada uno podrá identificar fácilmente. ¿Qué sucede entonces?, ahí es donde la Neurociencia, como un conjunto de disciplinas ocupadas de estudiar el cerebro en diferentes contextos y condiciones, es donde sus hallazgos y descubrimientos nos aportan modos de modificar y mejorar nuestra calidad de vida. ¿Cómo entonces?, los descubrimientos de los últimos años aportan esperanza en la modificación y el mejoramiento de vida, dando cuenta de que nuestro cerebro puede cambiar, si padecemos alguna lesión especifica puede compensarse desde otro lugar, que el aprendizaje nunca termina, lo que si puede llevar más tiempo, y sabiendo todo esto, se puede realizar una “rehabilitación”, o estimulación, para cambiar aquellas cuestiones en las cuales tengamos inconvenientes.

En el ejemplo que mencionamos anteriormente, sobre una persona sedentaria, sin vínculos sociales, fumadora, etc., supongamos que consulta a su médico por problemas de memoria, o por padecer depresión, o algún problema o dolor corporal. La neurociencia también nos ha ofrecido evidencia que el desarrollo de nuestro cerebro, el aumento del rendimiento de nuestras capacidades, gran parte es estimulado por los vínculos sociales que tenemos, es por ello que muchos neurocientíficos lo llaman “cerebro social”. Es decir, a partir de relacionarnos con otros individuos de la sociedad y gracias a la característica de plasticidad que tiene nuestro cerebro, es decir, nuestra predisposición al cambio para una mejor adaptación, podemos estimular áreas y desarrollarlas con mejor eficiencia que por ejemplo individuos que tengan pocos vínculos sociales. Con el ejemplo anterior, lo que queremos destacar es que por ejemplo, ante una dificultad presentada (depresión, dolores, etc.), es probable que el médico derive a un neurólogo, neuropsicólogo o psicólogo, para el estudio del paciente, y se detecte que el estilo de vida que está llevando no es funcional, tanto para sus huesos, músculos, y también para su cerebro y por lo tanto sus funciones mentales o cognitivas, entonces se proponga una rehabilitación y tratamiento, realizando cambios ambientales para la modificación de áreas cerebrales, por ejemplo, se ha evidenciado que el hecho de realizar actividades y aumentar la cantidad de relaciones interpersonales mejora el estado anímico, por lo que se le podría proponer a esa persona, una agenda de actividades para mejorar su estado anímico, eso impactaría en su cerebro, por ejemplo aumentando la cantidad de serotonina, un neurotransmisor, mensajero químico entre las neuronas, que entre una de sus funciones es regular el ánimo. También genera flexibilidad, por ejemplo también podría aplicarse conjuntamente una terapia farmacológica, con un antidepresivo, y eso a su vez genera cambios en la neurogénesis del hipocampo, en las neuronas,  (sector de la memoria) y afectando el ánimo (cantidad de serotonina, dopamina o noradrenalina), mensajeros químicos que más influyen en el ánimo y motivación. Por lo expuesto, podemos observar como el cerebro posee una estructura moldeable, es decir, que con diferentes estímulos se pueden generar cambios en él y estos cambios se manifestarán en nuevos comportamientos, pensamientos, y emociones. A su vez el nuevo estilo de vida refuerza estos cambios, haciéndolos más duraderos, nuestro cerebro no solo es plástico, aprende continuamente creando nuevas redes neuronales, sino que también al repetir las nuevas conductas se refuerzan las conexiones interneuronales por ejemplo, si siempre realizamos un mismo hábito, las neuronas o la parte del cerebro que se ocupa de esas acciones, pensamientos o emociones, tenderán a repetirse, como cuando uno viaja a algún sitio, por economía neurológica solemos ir por el mismo lugar, y mientras realizar otras cosas. Así se “automatiza” el patrón de comportamientos y uno puede enviar mensajes por celular mientras o hacer otras cosas al caminar.

Si un individuo decide cambiar de recorrido, esta nueva acción a partir de una decisión voluntaria y consiente (es importante tener en cuenta esto, ya que uno puede hacer cosas para estimular cambios en el cerebro), es probable que requiera más esfuerzo mental, mayor atención, conocer las nuevas calles, dedicarse solo a eso (y ya no mirar el celular), y esto crea y genera cambios en el cerebro, nuevas conexiones, un esfuerzo que a pesar de eso, nos beneficia porque genera flexibilidad. La flexibilidad es la capacidad de responder de distintas maneras ante la resolución de un problema.

Teniendo en cuenta todo esto, sabiendo que nuestro cerebro siempre aprende, y mientras más nos esforcemos en una tarea que demande esfuerzo mental, nuestro cerebro aumenta su capacidad funcional, es decir, crea nuevas conexiones, conecta diferentes hemisferios, aumento o disminución de neurotransmisores, que se manifestaran en una mejor calidad de vida, o en un envejecimiento saludable, por decirlo de algún modo. ¿Qué significa esto, y como podemos realizarlo? Se sabe que a través del tiempo la plasticidad del cerebro va disminuyendo, especialmente en el adulto mayor, hay mayor rigidez, o para decirlo de un modo positivo, menor plasticidad, pero la buena noticia es que eso puede estimularse y trabajarse. ¿Cómo? La neurociencia ha aportado sus conocimientos al servicio de la sociedad para mejorar la calidad de vida, de nada sirve tener el conocimiento pero no llevarlo a la práctica, por ejemplo , hoy sabemos gracias a los estudios cerebrales de individuos realizando tareas, que la lectura estimula y mejora la memoria, amplia el vocabulario, mejora la atención, la resolución de problemas genera flexibilidad, la meditación control de los impulsos, aprender cosas nuevas, sea un idioma, viajar, conocer gente nueva, todo eso nos saca de nuestra “zona de confort”, que son las mismas cosas , rutinas, hábitos que hacemos siempre, para adentrarnos en la zona de aprendizaje, donde nuevos ambientes, contextos, personas, datos, ingresan a nuestro cerebro por distintas vías sensoriales, modificando la forma de ver el mundo, a nosotros mismos, a los demás, y todo eso ocurre porque hay cambios cerebrales.

Por todo lo expuesto, hoy se trabaja intensamente en individuos que han tenido alguna lesión cerebral, para recuperar funciones, estimularlas, o con personas de edad avanzada, reforzando alguna capacidad especifica, por ejemplo alguien que presente problemas de atención o memoria, se trabajara sobre ello, sabiendo que habrá modificaciones, porque hay una base neural modificable que las sostiene. Sabemos que alimentos mejoran o hacen bien al cerebro, y cuáles no, se sabe la injerencia de las drogas en el mismo, y toda esta información está al servicio de la sociedad, de la comunidad, para poder llevar una buena salud y estilo de vida funcional. Hoy en día también se está trabajando mucho con el sistema educativo, con el modo en que las neurociencias pueden aportar a la educación, ya que se evidencia que el sistema educativo no es muy eficiente, y no ha tenido estudios de eficacia al momento de implementarlo, por ejemplo en nuestro país. Todos los seres humanos, tenemos el mismo cerebro en cuanto a la forma (aproximadamente), entre hombre y mujer difieren de tamaño, pero tenemos los mismos hemisferios, mismos lóbulos, etc., pero ¿Qué nos hace ser diferentes entre nosotros?, lo que nos hace ser únicos, y tener lo que podemos llamar “personalidad” o “forma de ser”, es el modo en que funciona nuestro cerebro, como un gran software que opera distinto en cada uno. La variables son muchas, información genética, número de conexiones, tipo de conexiones neurológicas, cantidad de neurotransmisores, el ambiente en el que nos movemos y todo al aprendizaje que se obtiene cerebro-genes-ambiente, las relaciones y experiencias que mantenemos, nuestra crianza, muchas variables que moldean el funcionamiento cerebral que se expresara en una forma de “ser”, que a su vez, puede ser modificada.

La importancia de lo social es una variable muy fuerte, es decir, tiene mucho peso en la forma en que moldea nuestras conexiones neurológicas, manifestándose en un tipo de carácter, los amigos, la familia, etc.

Por todo lo expuesto, y conociendo la capacidad neuroplástica que tiene nuestro cerebro, es conveniente la buena difusión sobre estas capacidades, cómo hacer uso de las mismas en la vida diaria, en la vida cotidiana, difundir en colegios, a la misma comunidad de todo esto, para que se sepa que uno es y puede ser activo y generar cambios a voluntad en el cerebro. Se recomienda siempre la supervisión médica y psicológica, o al menos la consulta, para saber cómo están nuestras habilidades, ya sea a través de una evaluación, y saber a partir de allí, en que cosas debemos trabajar.

Hoy existe un intenso trabajo sobre individuos con alguna lesión cerebral para recuperar funciones, estimularlas, o con personas de edad avanzada para reforzar alguna capacidad especifica, por ejemplo problemas de atención o memoria. Se trabaja en ello sabiendo que habrá modificaciones, porque hay una base neural modificable que las sostiene. Sabemos qué alimentos mejoran o hacen bien al cerebro, y cuáles no, se sabe la injerencia de las drogas en el mismo, y toda esta información está al servicio de la sociedad, de la comunidad, para poder llevar una buena salud y estilo de vida funcional. 

 

Un niño es un espíritu

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