"...encontramos a la mujer desde lugar de soporte, entrega, compañía revestida de incondicionalidad."

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Si nos remitimos a la religión católica, buscando el conocido origen de la mujer, este relato afirma que: “no es bueno que el hombre esté solo” y que mientras Adán duerme, Dios lo abre de un costado y de una costilla hace a la mujer. La mujer es figurada como acompañante y apéndice del hombre. Asímismo, en varios relatos bíblicos encontramos a la mujer desde lugar de soporte, entrega, compañía revestida de incondicionalidad.

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"...el lenguaje,

en la constitución subjetiva,

no es un mero detalle."

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Con respecto a lo femenino en nuestra lengua, para mencionar al ser humano, habitualmente hacemos referencia a un universal masculino. Como si lo femenino no hiciese al lenguaje. Y el lenguaje, en la constitución subjetiva, no es un mero detalle.

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"algunas mujeres suelen, 

‘ofrecer-se’ lo cual es ampliamente

diferente de la posibilidad

de ‘ofrecer’  algo."

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De manera más o menos explícita, solemos tener la definición de la mujer como encarnadura de la falta: a ella le falta lo que el hombre tiene. El modelo de lo humano está previsto desde lo masculino. Signada muchas veces –en el pasado y en la actualidad- como “la que no tiene”, suele quedar impregnada de mandatos inconscientes de subordinación tanto culturales como individuales: esperar el dinero que aporta el hombre o aceptar salarios menores en lugares de trabajo, ser única criadora de niños, ser sostén de la vida doméstica, mitigar sus deseos sexuales insatisfechos, ocupar roles de acompañante pasiva dentro de la pareja, entre otros. Esto no remite a la generalidad de la posición femenina, pero suele escucharse algo muy particular en la clínica que es la queja sobre el hombre (marido, amante, novio) íntimamente vinculada a la esperanza de cambio. Dicha cuestión constituye un punto gozoso de difícil remoción, ya que eso mismo que se muestra como malestar con algún grado de sometimiento más o menos voluntario, se haya a la vez tomado con poderosas fuerzas y se torna complejo a la hora de soltarlo. En estos lugares de malestar, algunas mujeres suelen,  “ofrecer-se” lo cual es ampliamente diferente de la posibilidad de “ofrecer” algo. Lo primero implica la puesta de sí en un lugar de objeto, lo segundo considera la posibilidad de poner en juego y dar algo. “Ofrecer-se” suele lindar el matiz de lo sacrificial, perderse como sujeto para entregar la totalidad del ser en algo: ser madre, esposa, amante, cuidadora, soporte incondicional de los otros. Si bien en algún momento estos lugares se transitan y pueden ser parte de la vida, acarrean grandes dosis de sufrimiento cuando quedan cristalizados y establecidos como formas de vida vinculadas al sacrificio.

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"...la aceptación de lo fallido

de la condición humana..."

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No es la denigración del hombre ni el reclamo y el pleito continuo con el sexo opuesto lo que conducirá a la mujer a situarse en lugares no sacrificiales. Es la renuncia a ser la pieza de encastre de una unión perfecta que no existe. Es la aceptación de lo fallido de la condición humana y de los vínculos. Es el difícil y genuino camino del deseo.

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Hoy gracias a los diversos avances podemos ver desde nuestro sendero más claro el horizonte. 

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*Liliana Vicente. Sin título. 

Técnica mixta (tiza pastel, carbonilla grafito y marcador)

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