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Los periódicos convencieron a la mayoría de norteamericanos sobre 
la culpabilidad de España y 
realizaron la denominada Guerra Hispano-estadounidense

Por Ivana Guerchicoff
 

Hacia 1898, durante el reinado de Alfonso XIII en España, y la presidencia de William Mac Kinley en los Estados Unidos, tuvo lugar el conflicto conocido como la Guerra hispano-estadounidense, cuyo resultado puso fin al dominio colonial español en América (Cuba y Puerto Rico), y sus dominios insulares en Asia (Filipinas y Guam)  dando comienzo al período colonial estadounidense.

"...1884, las potencias

europeas decidieron repartirse

sus áreas de expansión en el

continente africano y asiático..."

 

 

 

Los antecedentes de este conflicto debemos situarlo en las consecuencias que se dieron luego de la Conferencia de Berlín de 1884, en donde las potencias europeas decidieron repartirse sus áreas de expansión en el continente africano y asiático, con el fin de no llegar a la guerra entre ellas. Sin embargo, los acuerdos no acabaron por eliminar completamente las fricciones entre las potencias. A finales del siglo XIX, se sucedieron las disputas por determinados puertos y fronteras cuya delimitación no estaba clara, sobre todo en África.

"...Cuba, su fuerte valor económico,

agrícola y estratégico ya había

provocado numerosas ofertas de

compra de la isla por parte de varios

presidentes estadounidenses (...), que

el gobierno español siempre rechazó."

 

 

 

De esta forma, los Estados Unidos, que no participaron en el reparto de África ni de Asia, fijaron su área de expansión inicial en la región del Caribe y, en menor medida, en el Pacífico, donde su influencia ya se había dejado sentir en Hawái y Japón. Tanto en una zona como en otra se encontraban valiosas colonias españolas (Cuba y Puerto Rico en el Caribe, Filipinaslas Carolinas y las Marianas en el Pacífico) que resultarían una presa fácil debido a la fuerte crisis política que sacudía su metrópoli. En el caso de Cuba, su fuerte valor económico, agrícola y estratégico ya había provocado numerosas ofertas de compra de la isla por parte de varios presidentes estadounidenses (John Quincy AdamsJames PolkJames Buchanan y Ulysses Grant), que el gobierno español siempre rechazó. Cuba no sólo era una cuestión de prestigio para España, sino que se trataba de uno de sus territorios más ricos y el tráfico comercial de su capital, La Habana, era comparable al que registraba en la misma época Barcelona.

 

 

 

A esto se añade el nacimiento del sentimiento nacional en Cuba influido por las revoluciones francesa y estadounidense, el nacimiento de una burguesía local y las limitaciones políticas y comerciales impuestas por España que no permitía el libre intercambio de productos, fundamentalmente azúcar de caña, con los EE. UU. y otras potencias. Los beneficios de la burguesía industrial y comercial de Cuba se veían seriamente afectados por la legislación española.

 

 

 

Por otra parte, José Martí, escritor, pensador y líder independentista cubano, fue desterrado a España en 1871 a causa de sus actividades políticas. Martí en un principio tiene una posición pacifista, pero con el pasar de los años su posición se radicaliza. Es por esto que convoca a los cubanos a la guerra necesaria por la independencia de Cuba. Con tal fin crea el Partido Revolucionario Cubano bajo el cual se organiza la Guerra del 95.

"...en la prensa de ambos países

se daban fuertes campañas

de desprestigio contra el adversario."

 

 

 

La escalada de recelos entre los gobiernos de EE. UU. y España fue en aumento, mientras en la prensa de ambos países se daban fuertes campañas de desprestigio contra el adversario. En América se insistía una y otra vez en la valentía de los héroes cubanos, a los que se mostraba como unos libertadores luchando por liberarse del yugo de un gobierno y un país que era descrito como tiránico, corrupto, analfabeto y caótico. Por su parte, los españoles, que no tenían ninguna duda de la intención de Estados Unidos por anexionarse la isla, dibujaban a unos hacendados avariciosos y arrogantes, sostenidos por una nación de ladrones indisciplinados, sin historia ni tradición militar, a los que España debería dar una lección.

"Los líderes estadounidenses

vieron en la disminuida protección

de las colonias (...) la ocasión propicia

de presentarse ante el mundo

como la nueva América..."

 

 

 

Cada vez parecía más inminente el desencadenamiento del conflicto entre dos potencias: una impetuosa, joven y todavía en desarrollo, que buscaba hacerse un hueco en la política mundial a través de su economía creciente, y otra vieja, que intentaba mantener la influencia que le quedaba de sus antiguos años de gloria. Los líderes estadounidenses vieron en la disminuida protección de las colonias, producto de la crisis económica y financiera española, la ocasión propicia de presentarse ante el mundo como la nueva América, la nueva potencia mundial, con una acción espectacular.

 

 

 

Con la excusa de asegurar los intereses de los residentes estadounidenses en la isla, el gobierno estadounidense envió a La Habana el acorazado de segunda clase Maine. El viaje era más bien una maniobra intimidatoria y de provocación hacia España, que se mantenía firme en el rechazo de la propuesta de compra realizada por los Estados Unidos sobre Cuba y Puerto Rico. En correspondencia a este hecho, el gobierno español envió al crucero Vizcaya al puerto de Nueva York.

Sin embargo, una explosión ilumina el puerto de La Habana: el Maine había saltado por los aires. A fin de determinar las causas del hundimiento se crearon dos comisiones de investigación, una española y otra estadounidense, puesto que estos últimos se negaron a una comisión conjunta.  Los estadounidenses sostuvieron desde el primer momento que la explosión había sido provocada y externa. La conclusión española fue que la explosión era debida a causas internas.

"...(desde) la campaña mediática realizada

(...) convencieron a la mayoría de los

norteamericanos de la culpabilidad

de España. EE.UU. los acusó  y declaró

un ultimátum..." 

 

 

 

España negó desde el principio que tuviera algo que ver con la explosión del Maine, pero la campaña mediática realizada desde los periódicos estadounidenses, convencieron a la mayoría de los norteamericanos de la culpabilidad de España. EE.UU. acusó a España del hundimiento y declaró un ultimátum en el que se le exigía la retirada de Cuba. Por su parte, el gobierno español rechazó cualquier vinculación con el hundimiento del Maine y se negó a plegarse al ultimátum estadounidense, declarándole la guerra en caso de invasión de sus territorios, aunque, sin ningún aviso, Cuba ya estaba bloqueada por la flota estadounidense.

 

 

 

Comenzaba así la Guerra Hispano-Estadounidense, que con posterioridad se extendería a otras colonias españolas como Puerto RicoFilipinas y Guam. Luego de una serie de contiendas navales tanto en el Caribe como en el Pacífico, el gobierno español pidió en julio negociar la paz.

"...fin al ciclo del dominio

español en América..."

 

 

 

Mediante los acuerdos de París del 10 de diciembre de 1898, se concuerda la futura independencia de Cuba, que se concretará en 1902, y España cede FilipinasPuerto Rico y Guam. Las restantes posesiones españolas en Oceanía (Islas Marianas, Carolinas y      Palaos), incapaces de ser defendidas debido a su lejanía y la destrucción de buena parte de la flota española, fueron vendidas a Alemania en 1899 por 25 millones de pesetas, por el tratado germano-español.

 

 

 

Los resultados de la guerra dieron fin al ciclo del dominio español en América, dando lugar en España, a un movimiento cultural conocido como Regeneracionismo, o la Generación del 98. La pérdida de las colonias, y muy especialmente de Cuba, provocó una profunda crisis identitaria, social, política y cultural en España cuya generación se vio marcada por la crisis y el contexto histórico, tratando entre otros temas la "Pérdida de personalidad histórica" de su propio pais.

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