También esta es una historia de ayer, hoy y mañana. Puesto que la misma contiene la esencia más severa de la lucha estudiantil por un derecho justo, enfrentando de plano al absolutismo y el comprimiso y la solidaridad de un grupo de jóvenes dispuestos, de modo equívoco o no, a cambiar un andamiaje que conducía al mundo mismo hacia una catástrofe llamada individualismo y desigualdad.

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Basada en el texto teatral generado por los periodistas María Seoane y Héctor Ruiz Nuñez( aquel que con mordacidad extrema, satirizaba los procesos de diversos gobiernos desde aquella trinchera singular llamada revista Humor) y guionado por Daniel Kon, abría en aquel 86´ en el que aún las ilusiones de una primavera se encontraban a flor de piel, un proceso de testimonios fílmicos en el cual la obra del gran Héctor Olivera, director profundamente comprometido con las causas sociales, es producto fundamental a la hora de intentar entender desde dónde proviene tanta desidia humana impuesta en nuestra bella Nación.

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La historia narra el suceso del secuestro de un grupo de estudiantes del colegio Normal de la Plata, los cuales pugnaban por conseguir que no se suspendiera un subsidio al programa de descuento al pasaje de transporte público para el estudiantado, llamado “boleto estudiantil”, narrando en su parte primera las modalidades de los adolescentes para consumar el lógico reclamo y los apremios ilegales a los que fueron expuestos por las fuerzas de represión, y una segunda en la cual se expone la situación de los estudiantes detenidos en el tristemente célebre "Pozo de Banfield”, casa de tortura real, y paralelamente la situación de sus familiares y los procederes de sus captores.

Tal vez los jóvenes de la actualidad no comprendan, en estos tiempos de modernismo, libertad extrema y globalidad, que sus pares hace mucho tiempo padecieron tormentos a través de una junta cívico - militar que denominó el abordaje a la toma de poder de una República, “Proceso de reorganización nacional”, cuya misión espúrea era la de "extirpar el virus de la subversión” cuestión que a sus chicatos ojos, pululaba en todas partes.

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Conformado un demoníaco Triunvirato Militar, la maquinaria de represión, abuso, robo y violación se puso en marcha secuestrando, deteniendo y desapareciendo a miles de personas de un modo ilegal y tenebroso, y si bien este trabajo se centralizaba de modo estructural en la cuestión psicológica y física de sus protagonistas dejando de lado el contexto político que sostuvo la dictadura, se desarrolló aquí una historia que resulta universal a toda modalidad arbitraria de regímenes instaurados por los poderes coloniales de siempre en nuestra Latinoamérica, y ese punto es de importancia a la hora de la comprensión de la obra que contiene una orientación hacia el acto reflexivo del espectador.

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Su parte técnica posee el recurso de la imagen tenue y desgarradora, a través de la fotografía lograda por Leonardo Rodríguez Solís, y una banda sonora de relevancia realizada por el célebre José Luis Castiñeira de Dios, que encarna todo el bagaje de dolor e inequidad que se manifiesta en cada una de las secuencias enmarcadas en el azul profundo y negro representando la oscuridad Castrense, y la claridad de una ciudad silenciada y dispuesta a sostener la metodología “No te metas”.

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La línea actoral se divide en dos segmentos. La parte adulta cuenta con logradas actuaciones,destacándose la de Héctor Bidonde, Juan M.Tenuta, Lorenzo Quinteros y una interesante interpretación de Osvaldo, un integrante del ERP, por parte del primer actor Manuel Callau,y la centralidad juvenil basada en las interpretaciones de Pablo Novak, Pepe Monge, Leo Sbaraglia ,Vita Escardo generando una labor fundamental encarnando a la detenida desaparecida Claudia Falcone con total profesionalismo, y Alejo García Pinto como Pablo Díaz, único sobreviviente de aquel infierno sin eufemismos, que se situó durante muchos años en nuestra región.

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Cientos de adolescentes siguen desaparecidos: más de doscientos de escuelas secundarias, y más de dos mil en total.

Y este film en sí, representa un alegato contundente hacia el recuerdo y la interpretación de aquello que jamás debió de suceder.

A los jóvenes torturados y asesinados de la Noche de los Lápices se les recuerda, junto con miles más de víctimas de la dictadura militar, cada 24 de Marzo. Es el Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia.

Con su consigna "Nunca más", al atropello genocida del poder armamentístico.

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Y el “Nunca más” se sucederá, se hará carne a través de no perder la memoria, de generar conciencia en nuestras generaciones, mediante la divulgación de trabajos cinematográficos que ponen de manifiesto aquello tan drástico e inhumano como lo fue el terrorismo de Estado.

A la memoria de María Claudia Falcone y Francisco López Muntaner, de 16 años; Claudio de Acha y Horacio Ungaro, de 17, y María Clara Ciocchini y Daniel A. Racero, ambos de 18.

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Siempre presentes en el recuerdo popular.

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Aun los lápices continúan escribiendo.